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jueves, 18 de enero de 2018

Poligrow, diez años sembrando
esperanza con palmicultura en Mapiripán

·         Esta empresa agroindustrial de la palma de aceite se ha convertido en un caso de éxito con elevados estándares de inclusión social y cuidado del ambiente.

Hace una década el gobierno colombiano, a través de Proexport, hoy Procolombia, contactó a un grupo de inversionistas italianos, que luego dieron paso en 2008 a la creación de Poligrow Colombia, una palmicultora que desarrolla en Mapiripán, pleno corazón de Colombia, un proyecto agroindustrial rentable, escalable, sostenible, inclusivo, pero, sobre todo, integralmente benéfico para el desarrollo de este municipio azotado décadas atrás por la violencia indiscriminada.    

Así, la compañía ítalo-española, ha contribuido al renacer de la esperanza para más de 3.000 personas que hoy se integran en familias que trabajan alrededor de los cultivos de palma africana, precisamente en tierras donde antes reinaban siembras y actividades ilegales, pero que también desarrollan emprendimientos sociales.

El Director General de Poligrow, Carlo Vigna Taglianti, asegura que desde su origen la compañía ha concentrado sus esfuerzos en la innovación social y ambiental lo que le ha convertido en un modelo para la agroindustria palmicultora del país, pues se caracteriza por atender los más altos estándares para la protección ambiental y de la biodiversidad de la región en la que se desarrolla.

Con el liderazgo de Poligrow se han adelantado iniciativas para mejorar la calidad de vida de los habitantes, algo que, según Carlo Vigna, incrementa la relevancia del sector agroindustrial pues el campo es uno de los escenarios en donde hay un mayor potencial para brindar más y mejores oportunidades a los miles de colombianos, que con la implementación del acuerdo de paz estarán en la búsqueda de oportunidades que les permitan llevar una vida digna y de vuelta a la legalidad.

La empresa cuenta con 7.000 hectáreas sembradas de palma africana. En el futuro se proyecta un crecimiento hasta llegar a las 15.000 hectáreas, parte en terreno propio y la otra parte mediante alianzas estratégicas con medianos y pequeños agricultores de la zona.
Así mismo, genera alrededor de unos 600 empleos directos entre los que se cuentan 99 trabajadores pertenecientes a la comunidad indígena JIW, un número superior a 20% de la nómina.
Los trabajadores pertenecientes a esta ancestral e interesante comunidad JIW, 78 hombres y 21 mujeres, realizan labores del campo en las plantaciones de palma de aceite como: fertilización, cosecha y pepeo. Devengan sus salarios y prestaciones de ley, de acuerdo con el régimen laboral colombiano, al tiempo que reciben auxilios de alimentación por día laborado y bonificaciones por su rendimiento individual.

La actividad y generación de empleo total por parte de esta multinacional ítalo-española mueve aproximadamente 80% de la economía mapiripense y proyecta al municipio como uno de los de mayor potencial para futuros proyectos de agroindustria.

Otro gran aporte es la generación de energía eléctrica las 24 horas del día, algo que diez años atrás era impensable en esta verdadera joya de la llanura oriental colombiana.

Además, cuando en la producción de fruto de palma se involucra el monitoreo de más de 500 especies, la conservación de múltiples ecosistemas y el cambio de mentalidad de una comunidad frente a sus recursos y su compromiso con su cuidado, estamos hablando de eco-innovación, que es la generación de riqueza y desarrollo a partir de la conservación y el manejo responsable de los recursos naturales.


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