‘Mis
derechos sin fronteras’:
La
importancia de proteger a los niños,
niñas y
adolescentes migrantes
La migración venezolana está
hecha de diferentes rostros. De los 1.630.903 ciudadanos venezolanos que viven
en Colombia, se podrían hacer diferentes desgloses. Y uno de los más
importantes es sin lugar a dudas el de niños, niñas y adolescentes. Según datos
de Migración Colombia, a junio de 2019 había en el país 197.428 menores de 18
años. Una población que, tal y como lo ordena la Ley 1098 de 2006, tiene que
ser protegida y sus derechos a identidad, salud, educación, libre expresión, y
demás garantizados. Es así como ACDI/VOCA y el Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar (ICBF) con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID) han adelantado el proyecto ‘Mis derechos sin fronteras’.
Esta iniciativa consiste en una
serie de herramientas prácticas que se brindan a agentes del Sistema Nacional
de Bienestar Familiar -SNBF, a familias y cuidadores de niños, niñas y
adolescentes migrantes para que puedan tener más información, conciencia y
compromiso con el desarrollo y la protección integral. Para cumplir con este
objetivo, ACDI/VOCA y el ICBF han viajado con este proyecto a seis municipios
de tres departamentos diferentes: Cúcuta y Los Patios, en Norte de Santander;
Riohacha, Uribía y Maicao, en La Guajira; y Arauca, capital del departamento
homónimo, donde se brindaron herramientas para fortalecer las rutas de atención
integral, promover el diálogo interinstitucional con diferentes actores y
reconocer los derechos y servicios a los que tienen acceso los menores de edad
migrantes en Colombia.
Los asistentes a estos
talleres de ACDI/VOCA y el ICBF, están en la capacidad de reconocer a los
niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos y ejercer su rol como garantes y co garantes de
derechos. Así, se les resalta a padres y cuidadores la importancia de acceder
oportunamente a los cupos educativos (solo en Bogotá, según la Secretaría de
Educación, alrededor de 21.000 menores migrantes está matriculados en
colegios); de preservar la salud de los niños, niñas y adolescentes y acceder
al sistema de urgencias; y de evitar el riesgo de apátrida, un tema que el
Estado abordó con la Ley 1997 de 2019 que extendió la nacionalidad colombiana a
los niños migrantes nacidos en nuestro país desde el 1 de enero de 2015.
Para entender mejor los
derechos de los niños, niñas y adolescentes migrantes, desde el proyecto ‘Mis
derechos sin fronteras’ se priorizan los siguientes derechos y se explica en
qué consisten:
-Derecho a la identidad: todo
niño tiene derecho a un nombre, un apellido y una nacionalidad. Por eso, los
hijos de migrantes nacidos a partir del 1 de enero de 2015 pueden obtener la
nacionalidad colombiana mediante un registro civil de nacimiento que consigue
ante la Registraduría.
-Derecho a la salud: los
menores de edad tienen derecho a un buen estado de salud y a gozar de bienestar
físico, mental y social. Esto incluye el poder recibir atención médica cuando
estén enfermos o requieran algún tipo de urgencia. Para lograr esto, los padres
y cuidadores deben vincular a los niños migrantes al régimen de salud
colombiano, bien sea el contributivo o el subsidiado.
-Derecho a la educación: para
que tengan un futuro, los niños, niñas y adolescentes necesitan recibir
educación de calidad que les permita crearlo. Por eso todos, sin importar su
estatus migratorio, tienen acceso a la oferta pública educativa en Colombia.
Cada colegio es responsable de informar sobre los programas de permanencia,
apoyo pedagógico y acompañamiento psicosocial que tenga.
-Derecho a tener una familia y
a no ser separado de ella: los niños y niñas tienen derecho a vivir con su
familia, crecer bajo su amparo y a tener padres o cuidadores capaces de brindar
afecto. El desmembrar una familia migrante puede generar impactos a nivel
individual, familiar y comunitario, en especial en aquellos que son menores de
edad.
-Derecho a la protección: todo
niño tiene derecho a vivir sin miedo, en ambientes seguros e idóneos. Por eso,
es importante identificar en las comunidades los riesgos que existen para
generar planes de acción desde el territorio, la familia y las instituciones,
con el fin de proteger a todos los menores migrantes.
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