El acompañamiento es la
clave para combatir la deserción y el matoneo en los estudiantes
El
rector del Instituto San Juan de Dios, Pedro Forero, asegura que la clave de la
prevención del abandono en los procesos de formación educativa, es un trabajo
conjunto entre la escuela y la familia.
Bogotá, En los últimos años Colombia ha realizado variados
esfuerzos por mejorar los niveles de calidad del sistema educativo. Para el cuatrienio
de 2010 a 2014, por ejemplo, el Plan Sectorial logró reducir los índices de
deserción al 3,8 por ciento a nivel nacional, cuando en 2002 esa misma tasa era
del 8 por ciento.
Para inicios de 2016, más
de 300 mil niños y adolescentes abandonaron el colegio. Pedro Forero, rector
del Instituto San Juan de Dios, perteneciente a la Orden Hospitalaria de San
Juan de Dios, en Bogotá, asegura que, pese a que en Bogotá las cifras de
deserción son equiparables a países con sistemas educativos deficientes, el
problema no está en las grandes ciudades sino en las urbes intermedias y en las
zonas rurales.
“Los
niños llegan a noveno grado y por alguna circunstancia tienen que abandonar el
sistema educativo. Tenemos índices de deserción superiores al 7% que hacen que
el sistema educativo no retenga al estudiante y se pierda todo el esfuerzo que
ha hecho el país. Los niños se retiran y van a laborar o a quedarse en casa”, explica Forero.
Sumado a la deserción
está el matoneo o también llamado bullying,
el cual según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta al 24% de los
niños entre los 11 y 15 años de edad. En Colombia algunos estudios afirman que
1 de cada 5 niños ha sido víctima de agresiones que pueden ser físicas,
verbales o virtuales (redes sociales) y que en algunos casos, han orillado a
los jóvenes a quitarse la vida.
Frente a este panorama,
el rector del Instituto San Juan de Dios señala que el estudiante necesita
seguridad, saber que es reconocido como una persona única y capaz. “Uno de los grandes problemas de la educación
en Colombia, especialmente en la media, es el que el estudiante empieza a
sentir que él no puede, que no va a alcanzar lo que se ha propuesto, que no
encaja en la educación a nivel global y eso lo hace abandonar el sistema. Por
eso hemos logrado que nuestros índices de deserción sean inferiores al promedio,
con un porcentaje del 25%”, indica Forero.
Para este experto, la
cobertura cada vez más deja de ser un problema en Colombia pero se debe prestar
más atención a que los estudiantes tengan competencias sociales que les
permitan incorporarse y aportar realmente al país.
“Si queremos una revolución educativa real, un cambio efectivo en la
manera de educar a nuestros niños, debemos hacer que ellos aprendan haciendo,
que aprendan produciendo. Estamos convencidos que el desarrollo de las
competencias en educación se logran en un trabajo de campo. Hoy tenemos claro
que producir conocimiento es fruto del hacer y eso será además lo que haga un
país más encaminado hacia la paz, porque cuando tenemos un joven que es capaz
de hacer, tenemos un joven que es capaz de discutir y cuando discutimos
entendemos que al otro no se le elimina sino que se le escucha con respeto.
Lamentablemente hoy estamos muy polarizados”, explica Forero.
El rector de la
institución, apunta además al hecho de que la escuela no puede apoyar al niño
por sí misma. Según el experto, “el éxito
está en que papá y mamá estén de la mano con el colegio y generen la
alternativa de acompañamiento al niño. Como hoy los padres están más tiempo en
el trabajo, deben generar una compañía más eficaz y de calidad con el niño. Los
hombres hemos tenido que aprender a cambiar también, a decir te amo, te quiero,
que podemos conversar con nuestros hijos, y logremos desarrollar esas habilidades
con éxito”.
Otro factor de cambio
que se debe tener en cuenta para estos días es el de las nuevas tecnologías que
le brindan nuevos tipos de información y nuevas formas de informarse a los más
pequeños. Forero asegura que este es un hecho innegable que además no se puede
eliminar, por lo que propone aprender a darle respuesta desde la familia.
“No podemos desconocer que la tecnología llegó para quedarse y el niño
que crezca aislado de eso no será un niño competente. El tema no es
quitar el acceso a la tecnología sino generar un proceso en el que el niño
entienda que la tecnología es una herramienta que él puede utilizar de manera
efectiva, siempre y cuando sepa cuáles son los límites y los momentos en los
que puede acceder”, concluyó el experto que además puntualizó el hecho de
que para eso es clave el acompañamiento de los padres.
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